La mămăligă, uno de los plato más emblemáticos de la cocina de Rumanía y Moldavia, es una variante de la polenta italiana, elaborada con harina de maíz de grano grueso (mălai). Antiguamente la tomaban los campesinos en sustitución del pan. Suele acompañar a otros platos, pero también se puede tomar sola, con queso o con nata agria.
No sé si os preguntaréis, como yo, cómo es el maíz tan importante en Rumanía. Pues os cuento la historia: la mămăligă es un alimento muy antiguo y en su origen se elaboraba con harina de mijo. Tras la introducción del maíz en Europa en el siglo XVI, encontraron que el Valle del Danubio era un lugar idóneo para su cultivo, así que toda esa zona comenzó a dedicarse a la producción del maíz. Durante los siglos XVII y XVIII el maíz fue de vital importancia en ese período plagado de hambrunas. De ahí que este plato a base de harina de maíz se haya convertido en uno de los alimentos más representativos de muchos países de Europa del Este, con nombres como kačamak en Serbia, Bulgaria o Macedonia, polenta o palenta en Croacia, Eslovenia, puliszka en Hungría...